Todo comenzó con la caída de Marc Márquez en la Sprint, en la curva 15. Un error que le costó una victoria casi segura… y que provocó una reacción indigna por parte del público. Las cámaras de televisión de todo el mundo captaron a aficionados vestidos de amarillo fluorescente celebrando como si la caída de Márquez fuera una victoria en sí misma.
Davide Tardozzi, director de Ducati, admite que le decepcionó este comportamiento de los italianos, como ya había ocurrido en el circuito de Mugello. Es comprensible que los aficionados italianos se emocionen con una caída que resume el profundo resentimiento que persigue a Márquez desde su enfrentamiento con Rossi en 2015. Misano recordó que, diez años después, las heridas siguen abiertas.
Davide Tardozzi habló, según el sitio web https://www.paddock-gp.com, y dijo que los actos de Marc «fueron actos de extraordinaria bondad», pero la verdad es que Márquez no se olvidó de nada: utilizó los abucheos y los insultos como combustible, un «fuego», como él mismo reconoció, y lo hizo aún más fuerte al día siguiente. El catalán sabe convertir el odio en gasolina y el domingo del GP de San Marino, los aficionados italianos probaron su propia medicina.