Marc Márquez está a un paso de conquistar el título mundial de MotoGP de 2025 y podría hacerlo ya el próximo fin de semana, en el Gran Premio de Japón, en Motegi. Las matemáticas son sencillas: el piloto español solo necesita tres puntos en la carrera del domingo, es decir, un modesto 13.º puesto, para asegurarse matemáticamente su noveno título mundial y sellar lo que muy probablemente será uno de los mayores giros en la historia de este deporte.
Tras años marcados por lesiones, operaciones, resultados irregulares e incluso dudas sobre su regreso al más alto nivel, Márquez logró en 2025 lo que muchos ya consideraban improbable: volver a ser dominante. Y no solo competitivo, sino absolutamente arrollador. Al mando de la Ducati Desmosedici GP25, Márquez ha liderado la temporada de forma autoritaria, sumando victorias y podios con una consistencia notable.
Conseguir el título en Japón, con cinco carreras aún por disputar, sería más que un logro deportivo: sería un símbolo de resiliencia, superación y capacidad de reinvención. Márquez, que hace poco más de dos años veía en peligro su futuro en la élite del motociclismo, ahora podrá inscribir su nombre, una vez más, en los libros de historia, no solo de MotoGP, sino del deporte mundial. La conquista, si se materializa en Motegi, tendrá un valor simbólico adicional: se logrará en casa de Honda, la marca con la que vivió los mayores altibajos de su carrera y que dejó a finales de 2023 en busca de un nuevo comienzo.
El «match point» de Márquez en Japón es, por lo tanto, mucho más que un momento decisivo del campeonato: es la culminación de una de las mayores recuperaciones de la historia de una carrera profesional, una historia que traspasa las fronteras del motociclismo e inspira al deporte en su conjunto.
















